La Virgen María: Corredentora y Mediadora de todas las gracias – Análisis de Mater Populi Fidelis


Ante la minusvaloración de Nuestra Madre, la Virgen María, por parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en su Nota Doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación, Mater Populi fidelis, los miembros de esta Asociación, así como los del Círculo Tradicionalista de Baeza, se sienten en la obligación filial de defender a la Madre de Nuestro Señor Jesucristo


Introducción

La reciente nota doctrinal Mater Populi Fidelis (4 de noviembre de 2025) del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha suscitado honda preocupación entre católicos. Dicho documento, al clarificar en qué sentido son aceptables, o no ciertos títulos marianos, concluye que es «siempre inoportuno» emplear expresiones como «Corredentora» o »Mediadora de todas las gracias»  para referirse a la Virgen María (1 Tim 2,5-6). Según Mater Populi Fidelis, esos títulos podrían oscurecer la verdad de que Cristo es el único Redentor y Mediador y generar confusión doctrinal. Además, la Nota arguye que llamar Corredentora a María «se aleja demasiado del lenguaje bíblico y patrístico» y podría dar a entender, erróneamente, una co-autoría de la Redención a la par de Cristo. 

En cuanto al título de Mediadora de todas las gracias, se objeta que María no pudo mediar la gracia divina que ella misma recibió (en su Inmaculada Concepción), y que imaginar todas las gracias «pasando» necesariamente por sus manos puede menoscabar la centralidad de Cristo.

Como católicos adheridos a la Tradición perenne de la Iglesia, ofrecemos aquí una respuesta sobria pero firme. Desde un enfoque teológico-dogmático, recordaremos la doctrina católica constante sobre la cooperación única de María en la obra de la salvación, plenamente subordinada  a Nuestro Señor Jesucristo, pero real. Desde la perspectiva histórico-magisterial, expondremos cómo los papas, Padres de la Iglesia y doctores han sostenido inequívocamente los títulos marianos en cuestión. Por último, en un análisis polémico-pastoral, señalaremos las ambigüedades y posibles errores de Mater Populi Fidelis a la luz de la Tradición, buscando formar e iluminar al lector fiel.


Fundamentos teológico-dogmáticos: Unicidad de Cristo y cooperación subordinada de María


La Fe católica proclama sin ambages la unicidad de Jesucristo como único Redentor y Mediador universal. Solo Él, Dios y hombre verdadero, podía reconciliar al género humano con el Padre mediante su sacrificio perfecto en la Cruz. Ninguna criatura puede añadir ni sustituir la eficacia infinita de la Pasión de Cristo. En esto, la Nota acierta al insistir en que «el sacrificio de la cruz… fue sobreabundante e infinito» y que ni la Iglesia ni María «pueden reemplazar o perfeccionar la obra redentora del Hijo de Dios» (Pío XII, Mystici Corporis, 1943, sobre la suficiencia absoluta del sacrificio de Cristo).


Ahora bien, reconocer la exclusiva suficiencia de Cristo no excluye –más bien supone– la posibilidad de que otros colaboren subordinadamente en su obra. El Nuevo Testamento nos llama «cooperadores de Dios» (1 Co 3,9) y habla de completar en nosotros «o que falta a los padecimientos de Cristo» (Col 1,24), no por deficiencia en el Redentor, sino para asociarnos a Su misión por pura gracia. Cristo, por su infinita dignidad, puede comunicar a otros una verdadera participación en su obra salvadora. Así lo formula Santo Tomás: «Dios, que es causa universal de la salvación, quiso asociar a otros como causas instrumentales subordinadas» (S. Th., III, q.26, a.1, ad 1).


En este marco se entiende la cooperación singular de la Santísima Virgen. Desde las primeras páginas de la Biblia, la Tradición ha visto profetizada a la «mujer» unida a su «linaje» en la victoria sobre la serpiente (Gn 3,15). Los Padres identificaron a María como la «Nueva Eva»:  así como la primera mujer colaboró eficazmente a la ruina del hombre por su desobediencia junto a Adán, María, con su fe obediente, cooperó decisivamente a la restauración junto al Nuevo Adán, Cristo. San Ireneo: “la Virgen María, habiendo obedecido, se hizo causa de salvación para sí misma y para toda la humanidad… El nudo de la desobediencia de Eva se desató por la obediencia de María” (Adv. haer., III, 22, 4). Esta intuición –María como causa secundaria de salvación por ser la Madre obediente del Salvador– está en la base del título Corredentora. *Co-*redentora no significa “segunda redentora” igual a Cristo, sino “cooperadora en la Redención junto con Cristo” (cum = con). La incomparable dignidad de Cristo queda intacta, pues los méritos de María en orden a la salvación no tienen valor sino por los méritos infinitos de Cristo a los que están subordinados (mérito de congruo, nunca de condigno). Los dolores de María al pie de la Cruz nada añaden a la suficiencia infinita de la Cruz; por voluntad de Dios se unen a la Cruz y obtienen, en dependencia, gran eficacia para nuestra salvación (cf. Lc 2,35; Col 1,24).


Lo mismo se aplica al título «Mediadora de todas las gracias». La Iglesia confiesa un solo Mediador necesario (1 Tim 2,5). Nadie «media» la gracia como Cristo, autor mismo de la gracia. Con todo, Cristo quiso asociar a su Madre en la distribución de las gracias, de modo análogo a como la asoció en la adquisición de las mismas: María nos acerca al Mediador en la Encarnación (Ga 4,4; Lc 1,38) y continúa impetrando sus dones en Caná y en la economía de la gracia (Jn 2,3-5). Santo Tomás explica que, si solo Cristo mereció estrictamente nuestra salvación, otros pueden impetrar gracias con su oración, y en nadie esa intercesión es tan eminente como en la Madre de Dios. San Bernardo ilustra: toda gracia nos llega como por un «acueducto» desde la Cabeza (Cristo) al Cuerpo, y ese acueducto es María; San Buenaventura precisa que María «distribuye las gracias no como fuente principal, sino por intercesión» (Speculum B. Mariae).


En síntesis: Cristo es el único Redentor y Mediador en sentido estricto, y María su colaboradora más íntima, siempre subordinada. Corredentora = Cooperadora del Redentor; Mediadora = Intercesora maternal en todos los ámbitos de la gracia. Esta doctrina está profundamente arraigada en la Sagrada Escritura y la Tradición.


Perspectiva histórico-magisterial: La enseñanza constante de la Iglesia


Un examen de la historia doctrinal muestra que los títulos de Corredentora y Mediadora (especialmente, Mediadora de todas las gracias) cuentan con respaldo sólido en el Magisterio:


Beato Pío IX, Ineffabilis Deus (1854): al definir la Inmaculada, exalta su singular unión con Cristo y la presenta como «poderosísima medianera y abogada del mundo entero ante su Hijo unigénito» (Pío IX, Ineffabilis Deus, 8-XII-1854).


León XIII,  Octobri mense (1891): «Por expresa voluntad de Dios, nada nos es concedido sino por María» (León XIII, Octobri mense, 22-IX-1891). Y en Iucunda Semper (1894): “«unto a la Cruz de Jesús, [María] voluntariamente ofrecía a su Hijo a la divina justicia, y moría con Él en su corazón por la salvación del género humano” (León XIII, Iucunda Semper, 8-IX-1894).


San Pío X, Ad diem illum (1904): «De la comunión de dolores y de voluntad entre María y Cristo nació que Ella mereciera ser, de la manera más digna, reparadora del mundo perdido y dispensadora de todas las gracias que Jesús nos adquirió con su muerte y su sangre” (San Pío X, Ad diem illum, 2-II-1904). Asimismo: «No solo dio al Unigénito de Dios la materia de su carne… sino que alimentó a esa Víctima y, al tiempo debido, la ofreció al Padre».


Benedicto XV, Inter Sodalicia (1918): «Tan íntimamente cedió sus derechos maternos sobre su Hijo por la salvación de los hombres, y lo inmoló –hasta donde pudo– para aplacar la justicia de Dios, que con razón se dice que redimió al género humano junto con Cristo» (Benedicto XV, Inter Sodalicia, 22-III-1918).


Pío XI, Oración del Jubileo de la Redención (1933): “Oh Madre del amor y del dolor… que, cuando tu dulcísimo Hijo consumaba la redención del género humano en el altar de la Cruz, estabas de pie junto a Él, sufriendo con Él como Corredentora” (Pío XI, Oración en la Basílica de San Pedro, Clausura del Jubileo de la Redención, 1933). En sus alocuciones la invoca además como «Mediadora de todas las gracias ante Dios» (Pío XI, Alocuciones marianas, años 1930).


Pío XII, Mystici Corporis (1943): «María, unida estrechísimamente con su Hijo, le ofreció en el Gólgota al Eterno Padre, junto con el holocausto de sus derechos maternos y de su amor, por todos los hijos de Adán. De tal suerte que la que era Madre corporal de nuestra Cabeza, llegó a ser, por un nuevo título de dolor, Madre espiritual de todos sus miembros» (Pío XII, Mystici Corporis, 29-VI-1943). Y en una alocución: «¿No son acaso Jesús y María el Nuevo Adán y la Nueva Eva, a quienes el árbol de la Cruz une en el dolor y el amor para redimir el pecado de nuestros primeros padres?» (Pío XII, Alocución, 22-IV-1940). Al definir la Asunción: «Desde el siglo II, los Padres presentan a María estrechamente unida al nuevo Adán, subordinada a Él, en la lucha contra el enemigo infernal» (Pío XII, Munificentissimus Deus, 1-XI-1950).



Estas citas pontificias muestran que la mediación universal y la corredención mariana no son exageraciones, sino expresiones legítimas de la fe: exaltan a Cristo como única Fuente al tiempo que confiesan la instrumentalidad subordinada de María.


Análisis polémico-pastoral: Ambigüedades de Mater Populi Fidelis a la luz de la Tradición


1) «María jamás se presentó como corredentora». La humildad de María es indiscutible; pero los títulos se atribuyen por reconocimiento de la Iglesia, no por auto-atribución. María tampoco «se presentó» como Inmaculada o Asunta y, sin embargo, la Iglesia definió esos dogmas (Pío IX, Ineffabilis Deus). Lo relevante es la realidad: ¿cooperó María verdaderamente, de modo subordinado, en la Redención? La Tradición responde sí (León XIII, Iucunda Semper; San Pío X, Ad diem illum; Benedicto XV, Inter Sodalicia; Pío XI, Oración 1933; Pío XII, Mystici Corporis).


2) «Un único Redentor; la Cruz nada necesita». Dogma certísimo: solo Cristo salva y su sacrificio es perfectísimo (Pío XII, Mystici Corporis). Pero de aquí no se sigue que sea impropio llamar Corredentora a quien por designio divino fue asociada a la Cruz «hasta donde pudo» (Benedicto XV, Inter Sodalicia). Col 1,24 da la clave: lo que «falta» no es por insuficiencia de la Cruz, sino la aplicación de sus frutos. Si esto vale para cualquier cristiano, con mayor razón para María (León XIII, Iucunda Semper).


3) «Término alejado de Biblia y Padres». Aunque el vocablo técnico «corredentora" es posterior, la realidad que expresa es bíblica y patrística (Gn 3,15; Lc 1,38; Jn 19,25; san Ireneo, Adv. haer. III,22,4). Que un término surja más tarde no lo invalida (como «Trinidad» o «Transubstanciación»). El remedio a posibles malentendidos no es suprimir términos consagrados por la piedad y el Magisterio, sino explicarlos (San Pío X, Ad diem illum).


4) «Mediadora de todas las gracias: objeciones».

– «No pudo mediar su propia Inmaculada Concepción»: correcto; el título se refiere a las gracias dadas a los hombres por los méritos de Cristo (Pío IX, Ineffabilis Deus).

– «Riesgo de imaginar una distribución ‘automática»: nadie católico lo sostiene; «todas las gracias» significa que, por voluntad de Dios, ningún don sobrenatural llega a los hombres sin la intercesión maternal de María (León XIII, Octobri mense). Dios infunde la gracia; María la impetra (Pío XII, Mystici Corporis).


En resumen, «Corredentora» y «Mediadora de todas las gracias» son títulos genuinamente católicos, enraizados en Escritura y Tradición, explicados por el Magisterio sin sombra de equívoco cristológico (San Pío X, Ad diem illum; Pío XII, Mystici Corporis).


Conclusión


Frente a las ambigüedades de Mater Populi Fidelis, el católico  debe mantener la lex credendi recibida. Teológicamente, confesar con los Padres que María cooperó con Nuestro Señor Jesucristo  (San Ireneo, Adv. haer. III,22,4). Históricamente, apoyarse en el magisterio:  Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII. 


Pastoralmente, cultivar una devoción mariana cristocéntrica, sin exageraciones imaginativas, pero sin complejos: el pueblo fiel puede y debe seguir invocando a María como Corredentora y Mediadora de todas las gracias, con la certeza de honrar así la obra única de Jesucristo, que quiso glorificar a su Madre asociándola íntimamente a su Cruz y a la dispensación de sus dones.




Relación de citas pontificias empleadas (integradas arriba):

– Pío IX, Ineffabilis Deus (8-XII-1854).

– León XIII, Octobri mense (22-IX-1891); Iucunda Semper (8-IX-1894).

– San Pío X, Ad diem illum (2-II-1904).

– Benedicto XV, Inter Sodalicia (22-III-1918).

– Pío XI, Oración del Jubileo de la Redención (Basílica de San Pedro, 1933) y alocuciones marianas de los años 30.

– Pío XII, Mystici Corporis (29-VI-1943); Alocución del 22-IV-1940; Munificentissimus Deus (1-XI-1950).

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