Fiesta de Cristo Rey: Sermón de Mons. Lefebvre para la fiesta de Cristo Rey



Mis muy queridos amigos, mis muy queridos hermanos,

Creo que no es necesario insistir ante ustedes para mostrarles que esta fiesta de Cristo Rey está en el centro mismo de la lucha que libramos. Si hemos tomado la decisión de liderar esta lucha y resistir todas las presiones que se hacen dentro de la misma Iglesia para alejarnos de este reino de Nuestro Señor Jesucristo, es porque nos ha parecido imprescindible, para defender nuestra fe, para poner en práctica el reinado de Nuestro Señor Jesucristo. ¿No es este el objetivo mismo de nuestra fe: hacer que Nuestro Señor Jesucristo reine sobre nosotros, sobre nuestras familias, sobre nuestras ciudades? «Oportet illum regnare», dice San Pablo. «Él debe reinar» (1 Cor 15:25). Nuestro Señor Jesucristo debe reinar.



Pero ¿por qué el Papa Pío XI consideró oportuno añadir una fiesta particular para Cristo Rey al calendario litúrgico? ¿Era esto realmente necesario? ¿No se expresa suficientemente la realeza de Nuestro Señor Jesucristo en todas las fiestas del año litúrgico? En efecto, si leemos los textos litúrgicos de la fiesta de la Natividad, de la Epifanía, de las grandes ceremonias de la Semana Santa, y más aún de la fiesta de Pascua y de la Ascensión, la realeza de Nuestro Señor está se afirma constantemente. Estas fiestas no hacen más que manifestar el reinado de Nuestro Señor Jesucristo y su Reino. Entonces, ¿por qué agregar esta fiesta de Cristo Rey? Porque los hombres quieren destruir el reino de Nuestro Señor Jesucristo.


Después de que príncipes y jefes de Estado reconocieran, durante muchos siglos, la realeza de Nuestro Señor Jesucristo, los discípulos de Satanás —aquel que persigue con su odio a Nuestro Señor Jesucristo— resolvieron acabar con ella, con el cristianismo, con el orden cristiano, con el reinado de Nuestro Señor Jesucristo sobre la sociedad, y provocaron desórdenes y disturbios hasta que lograron destruir de hecho este reinado de Nuestro Señor sobre las sociedades. Esperaban, con esto, arruinar la obra de Nuestro Señor Jesucristo. ...


Invoquémoslo y pidámosles que nos ayuden para que Nuestro Señor Jesucristo reine en nuestros países, para salvar nuestras almas y las de las generaciones futuras, y volver a poner a nuestros países bajo el dulce reinado de Nuestro Señor.»


30/10/1988 en Écône

Comentarios

Entradas populares