28 de septiembre, Peregrinación: El Humilladero, umbral sagrado de Guadalupe



Este domingo, la Santa Peregrinación a Guadalupe alcanzará su culmen en el Humilladero, ese templete mudéjar que se alza en lo alto del cerro de las Altamiras, como centinela y guardián de la Puebla Santa. Allí, donde durante siglos los peregrinos se postraron al divisar por primera vez el monasterio, se celebrará la Santa Misa tradicional, el Sacrificio de Cristo renovado en el altar, en acción de gracias por el camino recorrido y en súplica por España.



No es un lugar cualquiera. Es el umbral espiritual de Guadalupe, el sitio donde el viajero se detenía, se arrodillaba y, humillado ante Dios, reconocía que todo era don recibido. Allí se detuvo el hidalgo Miguel de Cervantes, encadenado aún en su recuerdo de cautivo, para ofrecer las pruebas de su martirio a la Reina de las Españas. Allí han pasado generaciones enteras de caminantes, labradores, soldados, pastores y reyes.



Y hoy, como entonces, los hijos fieles de la Tradición volverán a levantar sus ojos hacia la Virgen, entonando las plegarias de la Cristiandad, proclamando que Guadalupe no es solo un santuario, sino un faro de fe, de unidad y de hispanidad.



La Santa Misa tradicional en el Humilladero será, por tanto, un signo claro: donde nuestros mayores doblaron la rodilla, allí se doblará también ahora; donde ellos vieron en la distancia las torres del monasterio, nosotros veremos el horizonte de una España restaurada en Cristo.



Que el canto sagrado resuene bajo las bóvedas góticas de ladrillo, que el incienso se eleve hacia el cielo extremeño, que la campana de nuestras almas repique en comunión con los mártires y santos que nos precedieron.


Porque en el Humilladero, este domingo, la Tradición vive, late y se perpetúa.

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