La matanza de frailes, 17 de julio de 1834
En esta fecha aciaga, las turbas liberales, enardecidas por la propaganda revolucionaria y anticatólica del régimen isabelino, perpetraron una de las páginas más negras de la historia de España: la matanza de frailes en Madrid.
El Gobierno liberal, encabezado por la «regente» María Cristina y su valido Toreno, había difundido el bulo de que los frailes eran responsables de la epidemia de cólera que azotaba la capital. Aquel pretexto vil sirvió para azuzar el odio de las masas, manipuladas por el naciente liberalismo, que veía en la Iglesia un obstáculo a sus planes de ingeniería social.
La barbarie se desató sobre los conventos. Los más atacados fueron los de San Francisco el Grande, San Diego, San José, y San Pascual, entre otros. Decenas de religiosos —dominicos, franciscanos, agustinos, mercedarios— fueron asesinados de forma atroz: apuñalados, degollados, quemados vivos o arrojados por las ventanas, todo con la complicidad o pasividad del poder político.
La cifra exacta de mártires no se conoce con certeza, pero se estima que más de 70 religiosos fueron asesinados en una sola jornada. Entre ellos, el venerable Fray Joaquín de San José, cuya vida y muerte testimoniaron la fidelidad hasta el fin.
Esta matanza no fue un hecho aislado, sino el preludio del anticlericalismo violento que acompañó al liberalismo español desde su origen, y que más tarde tendría su culminación en las persecuciones religiosas de 1836, 1854, 1868 y especialmente en la Cruzada de 1936.
Que su sangre, derramada por odio a la fe, fertilice siempre la semilla del Reino de Cristo en España.
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