CRÓNICA CONMEMORACIÓN CRUZADA ESPAÑOLA DEL 36

  





     El pasado 17 de julio, tuvo lugar la conmemoración de la Cruzada Española del 36, en el Santuario de la Virgen de la Cabeza (Andújar – Santo Reino de Jaén). Lugar emblemático por la epopeya vivida por sus defensores tras el asedio de nueve meses a los que fueron sometidos, en una defensa heroica, hasta la entrega de sus vidas, del lugar de peregrinación mariana más antiguo de España.

     Los actos comenzaron tal y como habían sido programados.



     A las 12:00 h., los diferentes correligionarios de los Círculos asistentes no sin antes proceder a la lectura de la placa que recibe a los romeros y narra la gesta de la que María, en la Advocación de la Cabeza, fue testigo, rezaron el Ángelus, con permiso y alegría por parte de la sacristana, que nos manifestó el ofrecimiento del ambón para todo aquello que tuviéramos programado.

 

     La Margarita Dña. María Dolores Rodríguez realizó la ofrenda de un ramo de margaritas, pequeñas rosas blancas, paniculata y helecho, todo entrelazado con una bandera de España.



     Los romeros allí presentes, con murmullo de visitantes, al inicio de la oración por los caídos, se sumaron en respetuoso silencio. Seguidamente se hizo lectura del romance de D. José María Pemán, que muestra que aunque la muerte une a unos y a otros, Dios conoce sus nombres y los separa en las nubes:


 ¡Ay los muertos de la guerra,- sin mármoles y sin cruces!

 ¡Ay los muertos de la guerra,- con su epitafio de vientos y de nubes!

 El sol de este nuevo otoño,- ¡cómo en España reluce!

 Almohadas son los ribazos,- los valles son ataúdes.

 Ni carrozas de caballos,- ni lentas músicas fúnebres

 tuvieron, ni compañía - de emperadores y duques.

 Las yerbecitas del campo,- figiéndose manos dulces

 de novias y enamoradas,- los amortajan y cubren.

 ¡Qué paradoja estos muertos,- que entre tréboles verdes

 apenas un palmo suben!

 No sobrepasan las flores - ¡y sobrepasan las cumbres!

 Los lechos donde se duermen,- cunas son, que no ataúdes.

 Hoyos parecen abiertos - para las cepas de octubre.

 ¡Paradoja de una muerte - que tanta vida produce!

Movimiento de gusanos - sobre las frías quietudes.

Espuma de margaritas,- abierta, una boca escupe.

Macetas de jaramagos - son unos ojos sin luces.

¡Paradoja de la guerra:- miseria donde nacen

 futuras excelsitudes!

Paradoja de la guerra:- la misma infinita y dulce

paradoja redentora - que nuestras miserias cubre.

La muerte que engendra vida,- la niebla que esconde luces.

¡El monte de aquel Viernes,- y sobre el monte tres cruces!

Campos de España, infinitos:- caminos de aquel octubre...

¡Qué olor de Historia naciente - entre tanta podredumbre!

Y aquellos héroes caídos,- ¡qué humildes entre las yerbas!

y entre las flores, ¡qué dulces!

¡Cómo la anchura del campo - y el cielo los disminuye!

¡Y cómo iguala la muerte - los rojos y los azules!

¡Qué amor de sol los acerca! - ¡Qué paz de tierra los une!

Nadie es nada. Todos son -sílabas que se resumen

en un romance sin nombre - y en un olvido sin cruces.

¡Cómo se achica aquel bravo- y aquel capitán se pudre!

Y la miliciana aquella,-de entrabiertos ojos dulces,

con su fusil y su "mono",- muerta, en la yerba de bruces...,

¡qué montoncillo tan leve - de campanillas azules!

Pero Dios sabe sus nombres - y los separa en las nubes.


     Nada ha sido indiferente a los romeros, llegando incluso a recibir las gracias por parte de un feligrés que se identificó como Guardia Civil, por el acto.


     Seguidamente, y con la inestimable guía del correlegionario D. Raúl, realizamos un visita en la que se describió las posiciones de defensa, la vida de los sitiados –sus angustias, alegrías y temores-, resaltando la anécdota de que el bando rojo envío a la madre de uno de los defensores del Santuario para que abandonara, infructuosamente.



       Se hizo ofrenda de cirios en la puerta de la Cripta que alberga los cuerpos de los oficiales con una oración por lo que allí ya descansan.

     Bajo un sol de justicia, descendimos hasta el cementerio, que únicamente alberga a los combatientes, paisanos, mujeres y niños del asedio, y que únicamente pueden visitar descendientes de los mismos. Como no podía ser de otra manera, se repitieron las oraciones y las peticiones a Cristo Rey, para que nos conceda, llegado el momento, el valor y la entereza de una entrega semejante, así como la gracia a la fidelidad presente a la Santa Causa y a su Abanderado S.A.R. D. Sixto de Borbón.









     Llegado el almuerzo, en restaurante cercano, se degustó lo que la tradición del lugar manda: carne de caza. Fue ocasión para concretar y perfilar el programa de actividades programadas, así como de recordar las exigencias que nos imponen la entrega y heroicidad de nuestros Tercios en una fecha tan señalada.

     Una jornada de Comunión.


Comentarios

  1. Muchas gracias por conmemorar la Cruzada de Liberación en mi amada tierra, Jaén.

    ¡ Gloria a los Mártires de la Cruzada y Viva Cristo Rey!

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